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Explotando el pasado


Hermosillo, Sonora a 25 de agosto del 2023
Por Fernando Moreno Chávez

Recuerdo mis ayeres, es tierno verme como niño, rememorar mi juventud y platicar mis travesías de madurez. Siento orgullo y a veces pena por lo vivido. Hasta ahí todo está bien, creo que soy una persona normal, dentro de la normalidad de nuestros tiempos.

Los animales políticos son diferentes. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, explota el pasado para sumar causas y conciencias en la soledad del alma mexicana. Cada que puede, cita a Benito Juárez aunque hace más de 150 años que murió.

Explota la imagen de Francisco I. Madero, a pesar de tener más de 100 años de muerto. Rememora a Bolívar, con casi 200 años de fallecido. Cabe la pregunta: ¿por qué explotar el pasado para lograr una imagen democrática?

En su libro el Laberinto de la soledad, Octavio Paz habla sobre los dogmas que tenemos los mexicanos al respecto del pasado. Caminamos solos intentando identificarnos en un colectivo. Esta debilidad como pueblo la aprovechan los políticos para crear imágenes de unión a su conveniencia.

Es tonto pensar que con el perdón de España a México por la conquista seamos felices y ya progresemos, y aun así se explota esa tonta idea. Se regenera la esperanza de la dignidad, como si fuéramos figuras de plastilina donde en lugar de una cara triste solo hay que esculpir una cara feliz.

Mientras, atendiendo los caprichos del presidente se hacen gastos fenomenales, crece la pobreza y se consolida un modelo de gobierno asistencial para ganar votos, no para progresar como país. Se tapa la corrupción hablando tonterías por las mañanas y se dice que los muertos encontrados no son los buscados. ¡Al fin y al cabo son muertos!

Enfrentamos la peor estadística de la historia mexicana en muertes violentas: más de 164 mil homicidios dolosos en lo que va del sexenio.

Todo matizado con una costosa refinería que no hace sino inundarse, un aeropuerto que se cae a pedazos y un trenecito que confronta a la naturaleza.

Los norteños pasamos a la historia. No existimos para el gobierno federal. Alguna interpretación de la historia asume que somos ricos y los sureños son pobres. Somos como dos países diferentes donde aquí se repudia esa política y en el sur se exalta.

Nunca había sentido tanta virulencia en la premisa de diferencias entre los del norte y los del sur, pero el presidente de la república se ríe como si fuera una broma, al amparo de que los votos masivos están en el sur del país. Así seguiremos, en las tinieblas del pasado, sin ver el presente y menos el futuro. Qué tristeza.

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