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CARRUSEL: · Xóchitl Gálvez: Se alinean los astros · AMLO: Las corcholatas, “a papuchi”


Por Víctor Fausto Silva D.


Pues será el sereno, pero mientras capotea un día sí y otro también las embestidas desde palacio nacional, parece que los astros se le alinean a Xóchitl Gálvez para alzarse con la candidatura presidencial por parte del Frente Amplio por México.

Eso, claro, si doña Beatriz Paredes y los priistas no dicen otra cosa y operan para sacársela de la bolsa, porque ya se sabe que en eso de las maromas y las machincuepas, los tricolores siempre han tenido maestría, tirándole a doctorado.

Xóchtil y Creel: Va
a la final


En vía de mientras, este lunes la senadora Gálvez recibió el abierto espaldarazo de Santiago Creel Miranda al declinar a su favor, y no es precisamente que el panista haya traído números impresionantes, pero aquí todo cuenta, especialmente si se considera que oficialmente está cediéndole la marca blanquiazul.

Y como nobleza obliga, la hidalguense ya extendió a Creel la invitación para que, de ser candidata, se convierta en su coordinador general de campaña.

Si quiere usted, estimado lector, es como empezar a cocinar caldo de liebre sin tener la liebre, pero el gesto habla de la intención de sumar, para una batalla en la cual el Frente no irá contra la corcholata que designe López Obrador, sino contra el propio inquilino del palacio nacional, con las manos metidas hasta las axilas en el proceso.

En ese mismo contexto, seguramente cayó de perlas en el Frente el anuncio de Jesús Zambrano Grijalva, de que el PRD volvía al redil, luego de haber “pausado” su participación porque las cartas con las cuales entró a la contienda no llegaron ni al primer round.

Vaya usted a saber qué se negoció, pero como en el caso del PAN, Xóchitl Gálvez de perdida suma las siglas, porque no se ve por dónde le allegue grandes apoyos un partido que está en la rayita hasta de perder el registro.

Zambrano: Le dan
raite y quiere manejar


Por eso resultaba incomprensible el berrinche de Zambrano, que lo llevó a “pausar” su relación, término que puso de moda el propio AMLO y que aplica cuando le da por agarrarse a moquetazos con gobiernos de otros países.

Diríamos que a estas alturas el PRD está para ir a todas a ver cuál corta madura, y no ponerse en el plan de aquél al que le dan raite y luego quiere manejar, pero en fin, ellos sabrán su negocio y hasta dónde les rinden el pataleo y estirar la liga.

Como sea, decíamos, Xóchitl Gálvez puede presumir que su sorpresiva irrupción en un escenario de ese tamaño ha sido un éxito hasta ahora, primero considerando que su plan era pelear la jefatura de gobierno en la ciudad de México, no ir por el premio mayor, y luego porque cuando muchos pensaron que sucumbiría ante “caballones” de la polaca, sigue tumbando caña y ya nomás le queda un escalón para brincar.

¿Qué es más preparada y experimentada Beatriz Paredes, una verdadera dinosauria no sólo en el PRI, sino en la política mexicana?

Sin duda, pero ya sabe usted que en procesos abiertos como el que lleva el Frente, todo puede definirse hasta por simple simpatía, y nadie le puede negar a Xóchitl que apareció como un rostro nuevo, un lenguaje claro y campechano y con un carácter entrón hasta para ponerse al tú por tú con el dueño de La Chingada.

Beatriz Paredes:
Números cerrados


Y como diría éste mismo: Si el pueblo bueno y sabio es el que decide, en un descuido se encapricha por ella y aléguenle al ampayer.

Por otro lado, el presidente nacional del PAN, Marko Cortés, acaba de anunciar que en la plataforma lanzada por el Frente ya se inscribieron 3 millones de ciudadanos listos para votar y decidir. De ellos, dice Xóchitl Gálvez que ella aportó un millón, y si a Creel se le reconocían más o menos medio millón, entonces la contienda con doña Beatriz estaría prácticamente empatada.

Vaya usted a saber si los números son tan reales como alegres –faltarían los que aporte el escuálido PRD-, pero de serlo, ese es un gentío por donde se le quiera ver.

Y si los del Frente la juegan tan derecho y transparente como lo han cacareado, abollarían en serio la versión sostenida por López Obrador de que la oligarquía, los conservadores y hasta las fuerzas oscuras ya habían designado por dedazo a Xóchitil desde hace meses.

Claro que falta por ver, pero ya con la final a escasos días, el cierre del proceso le está poniendo sabor al caldo.

Podría darse como en las carreras de caballos: una final de fotografía, pero sin duda dejaría la impresión de que se jugó limpio, lo cual abonaría legitimidad a cualquiera de las damas que resulte ganadora.

Por lo pronto, jalen sillas.

AMLO, como Chávez


¿Y qué pasa por el lado de las corcholatas?

Pues nada, que las flamígeras acusaciones de Marcelo Ebrard sobre nefastas cargadas y desvío de recursos a favor de Claudia Sheinbaum, fueron relegadas a nivel de mitote, por más que medio país vea y constate que el ex canciller tiene razón.

Lo cierto es que fuera de esa pompa de jabón, las corcholatas siguen como almas en pena recorriendo el país, y ni siquiera con mensaje y propuestas propias (salvo varias pinceladas de Ebrard), sino como simples juglares cantando a coro los logros de AMLO y llevando su nuevo evangelio sobre la transformación.

Las encuestas tampoco muestran grandes variantes: hasta ahorita la única sopa es la de Claudia Sheinbaum, y el único detalle que a últimas fechas rompe la enfadosa monotonía de uno y otro bando, es que por primera vez en la historia la Presidencia recaerá en una mujer.

Claro, surja quien surja todavía faltará verlas en campaña como para medir quién se suelta más el chongo o maneja mejor los bolsazos, pero conforme se le agota el sexenio, se ve a López Obrador más como dirigente de Morena o coordinador general de campaña, que como Presidente.

Desafiando todo llamado del INE a que se conduzca con imparcialidad, no pasa día sin que meta su cuchara en el tema electoral, especialmente encarnizado contra Xóchitl Gálvez, porque curiosamente, a Beatriz Paredes no la toca ni con una sospecha. ¿Por qué será?

AMLO: ¿Pues a
qué le teme?


Tampoco ha sido cosa de otro mundo que asuma dicha posición -siempre se le ha acusado de ser mejor agitador social que Presidente-, pero suena incongruente que tenga meses cantando victoria “porque la transformación está más fuerte que nunca” y todos los días reparta metralla contra opositores, a los que hace tiempo desahució por estar “moralmente derrotados”.

Por fin: si el pueblo está “feliz, feliz, feliz”, la transformación nos tiene a punto del paraíso y a los opositores ni en el mundo los hace, ¿a qué le teme el Presidente? ¿Por qué no deja sueltas a las corcholatas, si se supone que con cualquiera de ellas gana? ¿Sabrá o ya sondeó López Obrador algo que el resto de los mexicanos ignoran? En su desenfrenada ofensiva contra todo lo que se mueva, ¿subyace algún fundado temor de que le arrebaten el palacio nacional?

Vaya usted a saber, estimado lector, pero creo que especialmente por el baño de sangre que tiñe al país, los mexicanos le agradecerían que trabaje y se faje los pantalones, en vez de hacerla de niñera con quienes ya están bastante creciditos como para defenderse solos.

Porque como diríamos en Sonora, los trae “a papuchi”, especialmente a la Sheinbaum.

Nos hace recordar a Julio César Chávez cada vez que transmite las peleas de sus hijos: cuando se los traen locos a trancazos, “el gran campeón mexicano” suelta madrazos y casi se sube al ring a repartir moquetes.

Así anda AMLO. De niñera.

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