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CARRUSEL: Chayito rompe los límites del asombro… y la locura

Chayito (con el poeta): poseída por María Félix para que le rindan culto…

Por Víctor Fausto Silva D.

Hará cosa de un año, en este espacio comentamos que el de doña Chayito Quintero era un caso siquiátrico, y no faltó quien nos calificara de exagerados y/o injustos.

Enlistamos entonces una serie de rasgos y actitudes que perfilaban una personalidad preocupante en la alcaldesa de Navojoa, con especial énfasis en la megalomanía, que la Real Academia de la Lengua define como “manía o delirio de grandeza”.

No se necesitaba ir muy lejos para detectarla, desde el momento mismo en que la señora calificaba hasta el acto de dejar la cama en las mañanas como “histórico e inédito”, ya no se diga de pegar un ladrillo en alguna obra, que por supuesto, le aplaudían a rabiar los corifeos que velozmente le agarraron “las placas” y vieron de qué pie cojeaba: le encantaba la lisonja.

Lamentablemente para Navojoa y sus habitantes, el transcurrir de los meses nos dio la razón: la maestra se encapsuló en un mundo paralelo -obviamente histórico e inédito, faltaba más- y como ahí todo era rosita, mandó al cuerno las necesidades de sus gobernados.

La ciudad se fue cayendo a pedazos, pero ella parecía vivir en un eterno carnaval donde -por supuesto- es la reina, con pajes, bufones y toda la parafernalia que eso conlleva.

Pegaditos a ella, entre otros, han llevado papel estelar su esposo Francisco Escobosa (“Pancho Bolsas”), su hijo Irving, de envidiables alcances para hacer negocios a la sombra del poder, y el infumable escribano Jesús Guadalupe Morales, más diestro que un llantero a la hora de meterle libras de aire para inflarle el ego, al grado de hacerla creer que incluso podría aspirar ¡a la Gubernatura!

Irving Escobosa: que se sume a la exhibición


Ahora, estimado lector, los síntomas de un caso clínico son inocultablemente más graves, porque en medio de protestas por la falta de agua potable y el reventadero de aguas negras por toda la ciudad llevan a la ciudadanía a la amenaza de timar el palacio municipal, la señora sale con que ¡donará sus vestidos al Museo Regional del Mayo! para que sean justamente apreciados por los navojoenses.

No se sabe si fue súbitamente poseía por el espíritu de María Félix, pero es indiscutible que cree haber llegado ya a ese rango de Diva, digna de la adoración popular.


Las folclóricas prendas son las que ha lucido –es un decir- en los desfiles de Halloween y los eventos de las fiestas patrias. Y no es una exhibición cualquiera, ¡qué va!: serán exhibidas como parte del programa oficial de festejos por el 98 aniversario de Navojoa como municipio.

Seguramente la alcaldesa está convencida de que en las colonias se generará tal furor por ir a verlos, que la gente olvidará sus asfixiantes problemas con tal de ir a tomarse fotos y videos junto a las hilachas, “de gran valor simbólico y cultural”, como las calificó desfachatadamente la Directora de Educación y Cultura, Leticia González Flores, atribuyendo tal desprendimiento de la señora “a su nobleza y el cariño por su gente”.

¡Tómala!

La locura desatada. A días de terminar el infame trienio, parecen desesperados por obtener pases gratuitos al hospital siquiátrico Cruz del Norte, allá en Hermosillo, donde ponen en promoción esas primorosas camisas holgadas que se amarran por detrás.

Por supuesto que en festejos tan memorables para Navojoa no es el único gesto de la señora, porque además está invitando a la ciudadanía para que la acompañe en el momento en que su foto oficial sea colocada en pared del Salón Presidentes, junto a sus antecesores.

Lo que no se sabe es si el retrato tendrá las mismas medidas de los demás o será tamaño jumbo, por aquello de que en su gobierno todo es “histórico e inédito”.

Tampoco se sabe si en el Museo del Mayo se exhibirán también chanclas y ropa interior, porque como quiera que sea complementan los atuendos que con tanto cariño está donando, para que los navojoenses le rindan culto. Menos han dicho si el poeta donará el traje de Conde Drácula que con tanto garbo ha lucido en Halloween.

Tampoco se sabe -pero ya corre la atenta petición en redes sociales- si “Pancho Bolsas” donará uno de los morrales donde según los enterados se movilizaron kilos de billetes del Organismo Operador de Agua, o si Irving, el chico maravilla, pondrá en exhibición alguna motoconformadora de la constructora preferida de Oomapasn, de donde se hizo de mulas Pedro.

No tardará mucho en saberse, estimado lector, porque seguramente la alcaldesa y su séquito siguen dándole vuelo a la cabeza a ver qué más se les ocurre para seguir marcando huella dentro de lo histórico e inédito.

¡Ahhhhh!, y espérese tantito: todavía falta la inauguración del elevador en el palacio municipal, un aparato que en otras partes no pasa de 800 mil pesos pero que aquí se cotizó en casi 3 millones, evento que seguramente también será para echar la casa por la ventana, con tours de vecinos tomándose fotos y videos con la alcaldesa, mientras en sus colonias brincan charcos de aguas negras.

En un descuido ahí vende selfies y autógrafos, o pasa el día como Cantinflas en la película “Sube y baja”, haciéndola de elevadorista, para que la vea más gente.

Le digo, amable lector: ya no hay límites para el asombro.

Ni para la locura…

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