Tratamiento de agua en Caborca, ¿estancado por corrupción?
Hermosillo, Sonora a 20 de marzo del 2023
Por Ing. Fernando Moreno Chávez
El escudo del estado de Sonora representa minería, agricultura, ganadería y nuestra tradicional danza del venado cobijada por esas ricas aguas del Golfo de California. A propósito, precisamente de aguas ricas y de minería, viene al caso un asunto cuya evolución no alcanzo entender y que despierta toda clase de suspicacias.
Es la historia de una ciudad sin drenaje sanitario que resuelve vertiendo sin mayor tratamiento sus descargas de drenaje a las afueras de la ciudad.
No se necesita mucha reflexión para visualizar la contaminación y demás problemas que eso significa. Es una salida fácil deshacerse de las aguas negras simplemente arrojándolas al patio de alguien más.
La ciudad en cuestión es la Heroica Caborca, cuya fuente de abastecimiento de agua son los pozos profundos. Una vez utilizada en hogares, comercios y demás usos, el líquido de desecho pasa por la red de drenaje urbana. Hasta allí todo bien.
El problema es que al final se descarga al aire libre en terrenos del ejido Caborca, donde prodiga con generosidad, sus olores fétidos, contaminación y se convierte en hábitat ideal de fauna nociva. Un coctel perfecto para problemas de salud.
Por otro lado, la industria minera cercana a Caborca utiliza agua potable en sus procesos y la obtiene extrayéndola de pozos profundos. No hay que perder de vista que se trata de una zona desértica donde el tan valioso como escaso recurso se va directo al uso industrial.
Hubo una persona que no solo percibió este escenario como un problema, sino que se dio a la tarea de pensar una solución y buscar ayuda para convertirla en realidad. Me refiero al ingeniero Javier Ramírez, quien en síntesis hizo un aporte de ideas geniales y propuso soluciones.
Conozco a Javier Ramírez hace tiempo, sé de su profesionalismo y sus ansias de hacer las cosas de manera honesta por su empresa y por el bien social. Incluso me propuse incorporarme al proyecto y replicarlo en otras partes de México.
Su empresa desarrolló el proyecto y lo negoció con Grupo Peñoles, propietario de la mina La Herradura que opera en territorio del municipio de Caborca. Vaya que negociar con ellos no es cosa fácil, pero los convenció. También Recibió la colaboración de Ejido Caborca, que será uno de los beneficiados porque ya no recibiría las descargas de drenaje de la ciudad de Caborca y sí agua tratada para riego de forrajes en sus terrenos. Por donde se le viera era una cuestión de ganar, ganar para todos los involucrados.
Como parte del proyecto, el ingeniero Javier Ramírez incorporó tecnología avanzada para lo que sería la planta de tratamiento de aguas residuales y como complemento de ésta un conducto para su traslado a 100 kilómetros de la ciudad, para su utilización en procesos metalúrgicos de minería.
Es una iniciativa de vanguardia digna de replicarse en varias partes del país, es una pequeña muestra del talento mexicano y de la capacidad de su ingeniería. Pero como afirma Víctor Fausto Silva, nunca faltan los prietos en el arroz.
Llegó la política, las ambiciones de quedarse con el proyecto, de intentar acuerdos en lo oscurito. ¿De dónde vino el golpeteo para detener algo que a todas luces habría beneficiado a todos los participantes, a la gente de Caborca, al ejido, a la mina, e incluso a la imagen del Gobierno Municipal? Del alcalde ese municipio, Abraham Mier.
Detener una inversión de 580 millones de pesos en una planta de tratamiento de agua sanitaria que beneficiará a los pobladores de la ciudad que gobierna, sin que a éstos o a la propia administración les cueste un peso, es incomprensible.
Detener el único proyecto en el país que impulsa el uso de aguas sanitarias tratadas para utilizarlas en procesos industriales sin cargo económico al ciudadano es impensable.
Hermosillo tiene una planta tratadora de aguas residuales que pagamos todos los ciudadanos con una cuota mínima de 30% del consumo de agua. La planta de tratamiento ni siquiera funciona, pero se debe de pagar.
Que en Caborca se detenga un proyecto que de entrada generaría 350 empleos directos a la ciudad es incomprensible.
Más lejos que eso, enfrentar a la política con los ingenieros es una práctica nefasta. Los políticos deben hacer lo suyo, intentar beneficios para sus gobernados. Los ingenieros solucionamos problemas técnicos.
Con este argumento, propongo un análisis, sin calenturas. La propuesta técnica es captar y tratar las aguas de drenaje, convertirlas en aguas de proceso para la industria minera. Así se solucionaría el problema de contaminación y se elimina la extracción de agua potable para procesos industriales. Si además no le cuesta a los ciudadanos es una buena solución.
La propuesta política de detener proyectos en beneficio de los ciudadanos por corrupción, intento de apropiarse del proyecto o por simple soberbia no es buena solución. Es una aberración. ¿Se saldrá con la suya el alcalde de Caborca?.
Yo no tengo la última palabra, la tienen los sonorenses, los mexicanos y las autoridades. Solo les recuerdo que el escudo del estado de Sonora tiene los colores de la patria integrados en la parte superior, aunque la parte inferior esté teñida de ese color desértico.
Debemos ganar esta guerra ante los políticos poco aptos para tomar decisiones en beneficio de los ciudadanos.
Es la historia de una ciudad sin drenaje sanitario que resuelve vertiendo sin mayor tratamiento sus descargas de drenaje a las afueras de la ciudad.
No se necesita mucha reflexión para visualizar la contaminación y demás problemas que eso significa. Es una salida fácil deshacerse de las aguas negras simplemente arrojándolas al patio de alguien más.
La ciudad en cuestión es la Heroica Caborca, cuya fuente de abastecimiento de agua son los pozos profundos. Una vez utilizada en hogares, comercios y demás usos, el líquido de desecho pasa por la red de drenaje urbana. Hasta allí todo bien.
El problema es que al final se descarga al aire libre en terrenos del ejido Caborca, donde prodiga con generosidad, sus olores fétidos, contaminación y se convierte en hábitat ideal de fauna nociva. Un coctel perfecto para problemas de salud.
Por otro lado, la industria minera cercana a Caborca utiliza agua potable en sus procesos y la obtiene extrayéndola de pozos profundos. No hay que perder de vista que se trata de una zona desértica donde el tan valioso como escaso recurso se va directo al uso industrial.
Hubo una persona que no solo percibió este escenario como un problema, sino que se dio a la tarea de pensar una solución y buscar ayuda para convertirla en realidad. Me refiero al ingeniero Javier Ramírez, quien en síntesis hizo un aporte de ideas geniales y propuso soluciones.
Conozco a Javier Ramírez hace tiempo, sé de su profesionalismo y sus ansias de hacer las cosas de manera honesta por su empresa y por el bien social. Incluso me propuse incorporarme al proyecto y replicarlo en otras partes de México.
Su empresa desarrolló el proyecto y lo negoció con Grupo Peñoles, propietario de la mina La Herradura que opera en territorio del municipio de Caborca. Vaya que negociar con ellos no es cosa fácil, pero los convenció. También Recibió la colaboración de Ejido Caborca, que será uno de los beneficiados porque ya no recibiría las descargas de drenaje de la ciudad de Caborca y sí agua tratada para riego de forrajes en sus terrenos. Por donde se le viera era una cuestión de ganar, ganar para todos los involucrados.
Como parte del proyecto, el ingeniero Javier Ramírez incorporó tecnología avanzada para lo que sería la planta de tratamiento de aguas residuales y como complemento de ésta un conducto para su traslado a 100 kilómetros de la ciudad, para su utilización en procesos metalúrgicos de minería.
Es una iniciativa de vanguardia digna de replicarse en varias partes del país, es una pequeña muestra del talento mexicano y de la capacidad de su ingeniería. Pero como afirma Víctor Fausto Silva, nunca faltan los prietos en el arroz.
Llegó la política, las ambiciones de quedarse con el proyecto, de intentar acuerdos en lo oscurito. ¿De dónde vino el golpeteo para detener algo que a todas luces habría beneficiado a todos los participantes, a la gente de Caborca, al ejido, a la mina, e incluso a la imagen del Gobierno Municipal? Del alcalde ese municipio, Abraham Mier.
Detener una inversión de 580 millones de pesos en una planta de tratamiento de agua sanitaria que beneficiará a los pobladores de la ciudad que gobierna, sin que a éstos o a la propia administración les cueste un peso, es incomprensible.
Detener el único proyecto en el país que impulsa el uso de aguas sanitarias tratadas para utilizarlas en procesos industriales sin cargo económico al ciudadano es impensable.
Hermosillo tiene una planta tratadora de aguas residuales que pagamos todos los ciudadanos con una cuota mínima de 30% del consumo de agua. La planta de tratamiento ni siquiera funciona, pero se debe de pagar.
Que en Caborca se detenga un proyecto que de entrada generaría 350 empleos directos a la ciudad es incomprensible.
Más lejos que eso, enfrentar a la política con los ingenieros es una práctica nefasta. Los políticos deben hacer lo suyo, intentar beneficios para sus gobernados. Los ingenieros solucionamos problemas técnicos.
Con este argumento, propongo un análisis, sin calenturas. La propuesta técnica es captar y tratar las aguas de drenaje, convertirlas en aguas de proceso para la industria minera. Así se solucionaría el problema de contaminación y se elimina la extracción de agua potable para procesos industriales. Si además no le cuesta a los ciudadanos es una buena solución.
La propuesta política de detener proyectos en beneficio de los ciudadanos por corrupción, intento de apropiarse del proyecto o por simple soberbia no es buena solución. Es una aberración. ¿Se saldrá con la suya el alcalde de Caborca?.
Yo no tengo la última palabra, la tienen los sonorenses, los mexicanos y las autoridades. Solo les recuerdo que el escudo del estado de Sonora tiene los colores de la patria integrados en la parte superior, aunque la parte inferior esté teñida de ese color desértico.
Debemos ganar esta guerra ante los políticos poco aptos para tomar decisiones en beneficio de los ciudadanos.
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