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CARRUSEL: · AMLO, “Alito” y Layda: A punto de consumar el parricidio político


Por Víctor Fausto Silva D.


Si usted nota alguna protuberancia sospechosa en el abdomen del presidente López Obrador, no se preocupe ni “malicie” que sea víctima de alguna rara enfermedad: es la faja que le colocó su esposa para que no se le bote el ombligo, por tantas carcajadas que le produce el harakiri de la coalición PRI-PAN-PRD, que este miércoles de plano entró en agonía.

Se veía venir y llegó, desde que de la noche a la mañana, el dirigente tricolor Alejandro “Alito” Moreno dio un poco sutil chaquetazo en su postura de llevarle las contras a AMLO y prácticamente se arrojó en sus brazos.

Se sacó de la manga la propuesta de una diputada priista para que el Ejército no sólo siga en funciones de policía, sino que continúe así hasta el 2028, música celestial para AMLO pero baño de ácido para los mandos panistas y perredistas.

De aliados, al pleito
a machetazos


Las discrepancias ya pintaban para pleito a machetazos en callejón oscuro, cuando Marko Cortés (PAN) y Jesús Zambrano (PRD) lo emplazaron a eliminar dicha propuesta y a honrar los compromisos signados con la alianza, lo que “Alito” mandó por un tubo con la altanera advertencia de que “El PRI no recibe ultimátums ni acepta órdenes, ni de aliados ni de adversarios”.

Y si así se trata a los amigos, ¿cómo, pues?

La poca diplomática frase caló entre sus pares, que de todas maneras dieron unas horas más para que recapacitara, sólo para toparse este miércoles con que al campechano sólo le falta encasquetarse una playera de “I Love AMLO” y jalarle duro a la matraca frente a Palacio Nacional.

Minutos antes de que “Alito” diera una rueda de prensa para responder a sus coaligados, éstos le madrugaron anunciando la “suspensión temporal” de la alianza, mientras se disipaba el humo de los balazos, aunque muy políticamente lo tacharon de rajón.

Sin embargo, por la postura que asumió “Alito”, la coalición apesta a difunto: siguió montado en su macho, y como si la iniciativa de su diputada fuera a salvar al mundo, se aferró defendiéndola, lo cual no hizo sino alentar el sospechosismo de que ya pactó con AMLO para salvar el pellejo y frenar la corretiza (con amenaza de desafuero y bote incluida) que le metieron por presunta corrupción.

¿El abrazo de la
traición?


Un elemento más fue el caluroso abrazo que se dio días atrás con el Secretario de Gobernación y “corcholata” 2024, Adán Augusto López, que hizo parar la ceja a más de cuatro, por aquello de los acuerdos en lo oscurito.

“Estamos comprometidos con la coalición, pero también tenemos puntos de divergencia, y ellos lo saben", dijo “Alito”, intentando contener el descalabro y el choteo de quienes primero le reconocían lo bragado y ahora no lo bajan de faldilludo, lo que seguramente hizo desternillarse de risa a AMLO en su palacio y obligó a doña Beatriz a salir de estampida a una botica buscándole una faja.

En contraparte, seguramente Marko Cortés y Jesús Zambrano se quedarán con el coraje entripado, porque no se ve cómo pueda parcharse una relación a la cual se le veían más costuras que al mítico monstruo del doctor Frankenstein, si nos atenemos a las posturas históricamente disímbolas de sus integrantes.

Con un mal disimulado gozo, AMLO metió su cuchara previo al rompimiento abierto, al señalar que en situaciones así, “para eso existen los divorcios”…y vaya que algo sabe de éstos, desde que chaqueteó del PRI y del PRD, hasta que armó su propio partido para llegar a la Presidencia.

Lo cierto es que los priistas están a un tris de quedarse sin el cuadro y sin la estampa victimados por su propia dirigencia nacional, que ya hacía aguas desde que “Alito” llegó a la presidencia nacional y empezó a perder hasta la camisa en cuanta elección se le atravesó.

Eso, sin contar con que agandalló lo agandallable para él y su grupo de incondicionales, y pateó a la militancia como lo hizo en Sonora, donde el PRI sigue como pollo descabezado, mientras desde Morena le aplauden a rabiar sus desatinos y entre los priistas de cepa se expande el tufo de que un traidor los vendió en canal.

Es cierto que no es la única crisis grave para el PRI, pues si bien a mediados de los ochenta fue herido de muerte por el desgajamiento de la Corriente Democrática encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, alcanzó a sobrevivir, aunque ya no fue el partido hegemónico que se llevaba de todas-todas.

En un símil hasta cierto punto macabro, hoy estaríamos ante una especie de parricidio, donde tres de sus hijos se aprestan a asesinar al padre que los engendró en política: el propio AMLO, “Alito” Moreno y la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, que con singular deleite puso en la picota al dirigente del PRI exhibiendo audios a cual más de incriminatorios, en los que sólo le faltó hablar pestes de su progenitora.

En misteriosa coincidencia con la reculada de “Alito” en su choque con AMLO, la fina dama decidió generosa y desinteresadamente (¡Mjú!) suspender la difusión de más audios del priista.

Ella, tan rabiosamente Morenista ahora y tan congruente con sus ideales y principios, tuvo un rutilante pasado priista, con el añadido de que su padre Carlos “El negro” Sansores Pérez, dirigió al tricolor en tiempos de José López Portillo.

Quién sabe si “El negro” esté ahora revolcándose en su tumba, pero a ella se le nota a leguas que disfruta echándole paladas de tierra al partido de sus amores.

AMLO: Jolgorio con
Los Tigres del Norte


Dicen que Nerón tocaba plácidamente la lira mientras veía arder a Roma, así que aquí podría darse un espectáculo parecido con AMLO, solazándose por la estruendosa caída de sus adversarios, pero ya no con lira, sino ¡con los Tigres del Norte en el Zócalo!

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