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CARRUSEL: Morena: De aquél “no somos iguales”, a recolectar cascajo


Por Víctor Fausto Silva D.


Como decía el gran Héctor Espino en aquél comercial de café: “difinitivamente”, ¡cómo cambian los tiempos en la política a la mexicana!

Allá por el 2020, cuando volvió a Sonora prácticamente investido como candidato de Morena a la gubernatura, Alfonso Durazo lanzó una frase con la cual cortó de tajo todo rumor sobre una posible alianza con los partidarios de Guillermo Padrés:

Durazo: Adiós a su
lapidaria frase


“No vamos a ir por la vida recogiendo cascajo”, dijo, lo que para los militantes “de cepa” sonó también a epitafio para las tumbas en las cuales sepultarían al nefasto binomio del PRIAN, al que de paso, el de Bavispe culpaba de haber hundido a Sonora, exprimiéndolo para sus muy particulares fines.

Y por ahí se fue el mensaje de campaña: si se quería un “Sonora de todos, no de unos cuantos”, había que borrarlos del mapa electoral. Por nefastos, por representar lo peor que le pudo haber ocurrido en décadas a Sonora y a México…dejando de lado que él mismo había formado parte del dúo satánico, pero esa es otra historia.

El caso es que Morena prácticamente arrasó y Durazo llegó holgadamente a la gubernatura, lo que desde luego fue visto como el reflejo del hartazgo ciudadano contra quienes convirtieron al estado en su coto de poder político y económico, con frecuentes alusiones (veladas unas, abiertas otras) a Manlio Fabio Beltrones, a quien casi etiquetaron como el “capo de capos”, el tejedor de cuanta maldad fuera posible.

Entonces, los morenistas no cabían de gusto: ¡por fin se iban –y para no volver- los que tanto daño hicieron! Y se fueron regodeando conforme avanzaba la aplanadora tumbando caña en las gubernaturas, la cámara de diputados y la de senadores, lo que a la par convertía a Andrés Manuel López Obrador en el presidente más poderoso de los últimos tiempos.

Después, como chipi-chipi de equipatas, los morenistas se fueron enterando que a su impoluto movimiento se les iban colando algunitos impresentables, y no precisamente para hacer talacha y méritos de calle, sino a lo más alto del Olimpo.

Verbigracia Manuel Bartlett en la CFE, Napito Gómez Urrutia en el Senado, Ignacio Ovalle, metido hasta el cuello en el impune saqueo a Segalmex, o acá cerca Claudia Pavlovich en un consulado de Barcelona, pese a ser señalada por Alfonso Durazo como negro ejemplo de corrupción, etc., etc.

Los militantes apechugaron, porque con su obediencia a ciegas, también le habían extendido la investidura y la potestad de perdonar y volver a encumbrar a quien le diera la gana, así manchara la pureza de su propio movimiento.

Sheinbaum: Los
cuates de “la mafia
del poder”


Sin embargo, ahora que Claudia Sheinbaum ya mangonea el bastón de mando, los morenistas “químicamente puros” tendrán que hacer de tripas corazón, porque su virtual candidata está efectivamente empeñada en desaparecer al nefasto PRI… ¡pero incorporando a la causa de Morena a una caterva de sujetos que en realidad merecen la cárcel!


Esta semana lo hizo en Sinaloa y en Oaxaca, y no en cuchupos por debajo de la mesa, sino frente a la militancia de Morena que acudió a cerrar filas con ella, sólo para toparse con que ahí mismo les presentaron como adherentes incluso a ex candidatos y ex dirigentes del PRI.

En Sinaloa, aquello terminó en sonora rechifla, por lo quemado de los cartuchos. Y en Oaxaca, ya le sacaron a relucir los trapos sucios de verdaderas “fichitas” involucradas en impunes casos de tortura, asesinatos y desapariciones, incluído el caso de una diputada local que colaboró con el hoy preso Jesús Murillo Káram en la PGR, cuando desaparecieron los normalistas de Ayotzinapa.

Por supuesto que la Sheinbaum defendió su postura de acoger en Morena a quien se arrime “con buenas intenciones”, con el deseo de aportar lo suyo “a la transformación”, y que no harán mella en sus convicciones, pero a ojos de la militancia también surgen algunas dudas por demás válidas:

¿Ya cabe de todo en Morena? ¿No estaban ya –como lo han venido sosteniendo- lo suficientemente enraizados y fuertes entre el pueblo bueno y sabio para repetir en la Presidencia sin buscar indeseables a tarrayazos? ¿O tan necesitados están de reforzar las tropas que van a recoger dompadas de cascajo, como diría Durazo?

Por lo pronto, y si esa será la estrategia de la señora en todo el país, son predecibles dos escenarios:

1.- El derrumbe del cacareado eslogan de que “no son iguales” (dime con quién andas y te diré quién eres), y

2.- El desencanto de una militancia que verá defraudada la buena fe que depositó en un movimiento innovador y esperanzador, promocionado además como moralmente intachable.


¿Cómo le hará ahora esa militancia “de cepa”, para distinguir entre los buenos-buenos, los medio-buenos, los corruptos-metidos-a-buenos y los herejes-arrepentidos y rebautizados en el nuevo evangelio de la 4T?

Y como colofón: si terminan abriendo las puertas de par en par a las ratas que abandonan el barco, ¿Cómo van a criticar en sus discursos a los corruptos de “la mafia del poder”, si prácticamente los tendrán como compañeros de viaje?

Claudia y Padrés:
Nomás faltarían ellos


Nada más faltaría que la señora Sheinbaum vuelva a Sonora abrazada de Claudia Pavlovich -que siempre reconoció como su padrino político al demoniaco Beltrones-, o de Guillermo Padrés, que todavía tiene algunos fierros en la lumbre con la justicia.


Ahora que si “el fin justifica los medios”, nadie ha dicho nada y que siga la pelotera.

Por lo pronto y de acuerdo a lo sucedido en Sinaloa y Oaxaca, parece que además del bastón de mando, AMLO le transfirió a Claudia Sheinbaum la facultad de exorcizar demonios, beatificarlos e incorporarlos a su feligresía.

Los que al rato no entenderán ni jota son los morenistas “de a pie”, metidos a fuerzas en lo que parece encaminado a convertirse en un verdadero mazacote…

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