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El fantasma del socialismo


Hermosillo, Sonora a 7 de agosto del 2023
Por Fernando Moreno Chávez

No me espanta el socialismo, pero repudio la estupidez y los fanatismos. Puedo decir que conozco ese socialismo profundo que se instauró en la Unión Soviética y esa esclavitud a la que se sometió el pueblo cubano con su régimen completamente militar.

Lo increíble, es que a estas alturas aún haya personas creyentes del socialismo. Contaré mi experiencia. Fui becario para estudiar en la URSS, escogí la Universidad de Jarkov, por tener tantos premios Nobel en física y matemáticas.

En ese tiempo Ucrania era hermana de la Federación Rusa, eran un solo pueblo eslavo y compartían los sueños de independencia y solidaridad. Hoy están en una guerra atroz, donde los muertos los pone Ucrania y el armamento Europa y Estados Unidos.

Es una guerra que escalará hasta donde la estupidez deje a la razón un pequeño espació.

Una guerra de hermanos que aparentemente cambiaron de ideología. Hasta donde sé, Rusia es tanto o más capitalista que Ucrania, pero los dedos del poder y el control no perdonan. La OTAN ha violado sus compromisos y Rusia no lo toleró.

Volodímir Zelenski, un actor cómico que se embolsa 11 millones de dólares, aunque su salario es de 8,700 euros mensuales, eso sí es para dar risa.

Les quiero compartir algo que siempre les confieso a las personas más cercanas: “conocí el socialismo para hacerme capitalista” El socialismo es algo como el Litio en México, todos hablan de él, pero nadie lo conoce.

Es como ese famoso plan Sonora, donde no hay litio y la pregonada planta de licuefacción de gas natural es para exportar el combustible a Asia, no es para México. Los sonorenses solo participarán con los trabajadores que cavarán las zanjas para los tubos de conducción.

Lo único real es nuestro sol, productor de energía, eso sí es una realidad. Lo demás es parafernalia y discursos. Igual que en el socialismo, todo es inventado, todo lleno de palabras vacías y un férreo control de los medio de comunicación. Durante el régimen socialista ruso, solamente en las cocinas se podía decir la verdad con relativa sensación de seguridad.

Mi reflexión viene por los nuevos libros de texto que edita la SEP bajo el mando de una nueva ideología ya probada por la historia como obsoleta.

Me pregunto: ¿Por qué debemos recordar a Bolívar, que nació hace 250 años, en lugar de detectar nuevas patentes mexicanas?

Me es indiferente Benito Juárez, hace mucho que murió. Igual Lenin y Marx. ¿Por qué vivir en el pasado si tenemos todo el futuro por delante?

Déjenme contar una anécdota de 1992, cuando vivía y estudiaba en la hoy extinta URSS: viajamos varios amigos de Jarkov a Moscú por un fin de semana y por azares de los frecuentes colapsos de su sistema de transporte perdimos el tren en que nos desplazaríamos. Como resultado pasó algo mágico, vimos la realidad que se nos había estado ocultando. Empezaron a surgir de todas partes, de cada rincón de la estación de trenes, hombres, mujeres, viejos y jóvenes, de ojos azules, cabello rubio, altos y esbeltos, pobres todos, en condición de indigentes.

Orgullosamente no pedían limosna, solo querían refugiarse del frío.

Nosotros como extranjeros, éramos para ellos como extraterrestres, no entendían por qué estábamos ahí.

Regresamos a Jarkov en un tren de carga, soborné a la supervisora para que mi acompañante pudiera viajar en su camerino. Un viaje de 12 horas, en un tren con bancas de madera, sin respaldo, como vacas. Pasé la noche platicando en ruso con quienes aceptaron revelar cómo era realmente la vida que el sistema político de su país les daba.

Esa noche pasó ligera. Cuando bajé del tren renuncié al socialismo. A esa mentira de corrupción y fachada de progreso. A esa palabrería que ensalza el culto a la personalidad de quienes detentan el poder.

Tenemos tanto por hacer en nuestro país y nos enfrascamos en luchas inútiles de ideologías retrógradas. Es como preguntarse si un musulmán es más santo que un cristiano y viceversa.

¿Qué necedad de perder el tiempo?

No venero a Cuauhtémoc, a Juárez o Morelos, pero creo en los jóvenes innovadores y en esos emprendedores que rescatarán a nuestro país.

Despreciar las matemáticas es una aberración en este mundo tecnológico. Menospreciar el lenguaje es cerrar la comunicación entre seres humanos. Estos nuevos libros inciden en la ideología, no en el desarrollo.

Lo reitero: conocí el socialismo para hacerme capitalista. No deseo la educación de mis nietos en manos de estúpidos que viven en el pasado y creo que somos más los que coincidimos en que el camino es apostarle al avance tecnológico y el desarrollo económico.

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