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CARRUSEL: Claudia, AMLO, Durazo: El discurso anticorrupción: Al bote de la basura


Por Víctor Fausto Silva D.


Coincidirá conmigo, estimado lector, en que hay muletillas que llegan a causar escozor, especialmente cuando se reciben a propósito de asuntos que apenas se vislumbran, pero que se lanzan como advertencia y hasta como premonición.

Acá en Sonora es muy usual aquella de “Dí que te lo dijo un loco, peeero…” y aquí nos encasquetan el presagio. Y cuando los hechos se consuman, nos lanzan casi casi como epitafio otra ante la cual no hay defensa: “¡¡¡Te lo dije!!!

Pues bien, en el caso del próximo nombramiento de Claudia Pavlovich como cónsul en Barcelona, seguramente que ambas cayeron como el piedrón del Pípila en las espaldas de los Morenistas de cepa, muchos de los cuales ya son de ¡sepa la bola!, porque nomás no entienden los altísimos designios de su guía moral Andrés Manuel López Obrador.

A esos auténticos y convencidos seguidores les causa escozor y les crispa los nervios que mientras se repite hasta la saciedad que no son iguales, que ya sepultaron al asfixiante presidencialismo priista y que los modos de hacer política son otros, en los hechos ven una versión renovada y hasta mejorada, en este caso con la marginación del personal diplomático de carrera para premiar o cooptar a políticos afines al proyecto del gran Tlatoani.

¿En cuál de los dos supuestos encajaría usted el caso de Claudia Pavlovich, contra quien en su momento el hoy gobernador Alfonso Durazo habló pestes, tachándola de corrupta y de ser parte de la cofradía que durante 30 años saqueó al estado?

Para que no se nos acuse de mal pensados, nosotros la ubicaríamos en el premio, especialmente por los antecedentes de López Obrador la llenaba de elogios en cada gira a Sonora. Se veían tan cálidos y desbordados, que hasta parecía militante de Morena.

Había cariño, pues, demostrado ahora con el nombramiento en puerta y las vacaciones de lujo en el viejo continente…aunque algunos maloras del PRI insistan con tono quedito (por aquello de no te entumas) que en realidad es su premio por haber entregado Sonora a Morena en los pasados comicios.

Allá ellos y sus conjeturas, pero, partiendo de que no es la única pieza priista que está sumando AMLO a su rebaño, nos inclinaríamos más por la versión de que echando mano de su lado maquiavélico, es uno más de los esfuerzos del presidente por sepultar al ya esquelético PRI, y aun así tampoco parece una jugada del otro mundo, habida cuenta de que al PRI lo están sepultado los propios priistas.

Y desde hace rato. Por su propia corrupción, por sus torpezas y tibiezas y por sus pugnas internas. En realidad, lo que está haciendo AMLO es echarle las últimas paladas de tierra a la tumba, o en una especie de purificación más propia del cine de terror, está prendiéndole fuego a la casa materna, porque según él, ahí nacieron todos los demonios que han azotado a este país.

(A contrapelo, las corrientes priistas que buscan salvar el barco están trabajando a marchas forzadas tratando de salir la hoguera mediante la creación de membretes regionales, aunque terminen como las momias de Guanajuato: con los mismos pellejos, pero con maquillaje nuevo).

Pero agarramos monte, cuando estábamos con la exgobernadora, ya bendecida por el que condena o beatifica. Luego entonces, lo de corrupta definitivamente ya quedó descartado.

Meses atrás y sin necesidad de recurrir a Nostradamus, adelantamos aquí que si AMLO se aferraba a jalarla a su equipo, los morenistas (especialmente los ilusos que ya la hacían como vecina de la Chayo Robles y con un primoroso traje a rayas) tendrían que tragar camote. Pues les llegó la hora.

Y ni modo: a agacharse y aplaudir. Antes como antes… ahora como antes, pues, porque el señor ya habló y a su sermón no se le cambia ni una coma, qué caray.

Lo que no puede negarse es que, aun siendo esperado, destape ya formal de Claudia como flamante miembro del cuerpo diplomático hizo retumbar las redes sociales.

Es perfectamente válido que cada quien saque sus conclusiones - y hasta el pañuelo: se vale llorar-, pero el tema sin duda pone sobre la mesa varias consideraciones, dudas, especulaciones, conclusiones o como usted quiera y guste llamarles. Por lo pronto se nos ocurren algunas:

1.- El discurso anticorrupción del gobernador y su equipo tiene como ineludible destino el bote de la basura.

Los Morenos llegaron muy bravos denunciando que recibieron todo en quiebra y ooobviamente sacaron de la caja negra la palabra mágica de “corrupción”, para embarrar a los que se fueron, pero ahora con la exgobernadora prácticamente integrada a la causa de la 4T, ¿quién será el bragado que se atreva a rayarle los muebles al señor del Palacio Nacional, recriminándole que incorpora a su equipo a gente –según ellos mismos- de dudosa reputación? A ver, a ver.

¿Sostendrá su belicoso discurso el director del Isssteson, Jesús Manuel Acuña Méndez, denunciando los millonarios trinquetes detectados ahí con medicamentos, equipo y proveedores favoritos, amén de la quiebra en que recibió al Instituto?

¿A poco muy bravo?

2.- A querer y no, un tercer involucrado en la jugada de dos bandas de AMLO es Guillermo Padrés, que insistía en levantar la cabeza este sexenio (apalancado en el presunto apoyo de su grupo a Morena) para cobrar venganza contra Claudia Pavlovich por la corretiza que le metió.

¿Insistirá en hacerle al Juan Sin Miedo, cuando el propio AMLO ya le mandó varios mensajes de que tampoco es una blanca palomita, y a sabiendas de que todavía tiene procesos penales abiertos?

En un descuido termina como el propio gobernador, felicitando a Claudia por su ingreso al Olimpo federal. Es cuestión de sobrevivencia.

3.- ¿De qué servirán ahora la Contraloría y la Fiscalía Anticorrupción, si se quedarán sin materia prima para justificar su existencia en el organigrama estatal?

Digo, porque mire usted:

Se ve muuuuy difícil, -por no decir que imposible- que, ya con Claudia beatificada por el dueño de la 4T, el Fiscal Rogelio López García se atreva a corretear a nadie, primero porque no se manda solo y luego porque el sagrado manto protector del poder tiene el milagroso efecto de crear telarañas sobre expedientes….si es que los había abierto.

El hombre ya puede presumir que cobrará lindo y bonito en la chamba más “pajita”: no podrá mirar -y mucho menos esculcar- hacia atrás, pero tampoco hacia adelante, porque se supone que a este gobierno llegaron puros Doctores en Honradez y Buenas Costumbres.

Lo mismo puede decirse de la Contraloría. ¿Qué malas prácticas podrá evitar o en su caso sancionar, si los que llegaron “no son iguales” que sus antecesores?

Con pura gente decente en el gobierno, ambas pintan para convertirse en elefantes blancos.

En aras de la cacareada austeridad republicana, ¿no sería más provechoso desaparecerlas y destinar la millonada que cuestan a otras áreas?

Podrían mandar ese dinero a la SEC, por ejemplo, donde siguen batallando para arreglar las escuelas vandalizadas.

(O ya entados en gastos y metiéndole algo de humor negro –pero de mucho realismo-, podrían usar esos recursos para incluir en la nómina estatal a la pandilla de asaltantes yaquis de la 4 Carriles, a ver si así consiguen quitarlos de ahí. Por supuesto, con todas las de la ley, porque tampoco se trata de abusar de los “hermanos” yoremes – pobrecitos, tan desvalidos ellos-, con sus respectivos aguinaldos, Isssteson, fondo de retiro, bonos, vacaciones y nieve de chorro).

¡Ah, cómo provocó cosas doña Claudia!

¡Se lo dije!, estimado lector…

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