Los invasores…! El Código
Manuel Fernando López
El término anterior, nada tiene que ver con la famosa serie televisiva, de los años setenta –esnif—así llamada; no, se trata de las decenas de indigentes que se han y siguen adueñando de cuanto espacio público encuentran en su continúo deambular citadino.
Hermosillo, no es la excepción en este asunto; en todas y cada una de las ciudades de nuestro estado este fenómeno sigue in crescendo, sin que se vislumbre una solución a este problema cada vez más serio.
Hasta hace años, en esta ciudad operaba el famoso hospital Cruz del Norte, para atender a enfermos mentales; la mayoría llevados ahí por sus familias, que en cierta forma se hacían cargo de estas personas, hasta su recuperación —raras veces ocurría—o continuar con su internamiento.
Desde siempre, trascendió que cuando los familiares olvidaban su responsabilidad para con los suyos, desde el citado hospital optaban por abrirles las puertas y, hasta no verlos, porque obviamente la manutención y demás cuidados cuestan.
Luego. nuestra sociedad, entró de forma brutal al consumo de drogas fuertes –ya no mariguana o cocaína—como el cristal y demás derivados químicos que en gran medida vinieron a incrementar dicho ejército de auténticos muertos vivientes, de zombies y, en consecuencia a buscar en las calles , sustituto de lo que algunas veces fueron sus hogares.
Otro factor, vino a ser las deportaciones de ilegales expulsados de Estados Unidos, desde hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y, demás personas de sur américa y, que en aras de regresar por el sueño americano, buscaron refugio en nuestra frontera y, así aumentar los cinturones de miseria.
Desde hace rato, el Estado se ve impotente para enfrentar esta situación tan grave de salud pública, ninguna voz de este sector se ha pronunciado al respecto; dejar hacer y dejar pasar parece ser la consigna y, no solo de este sexenio recién iniciado, sino de anteriores, donde la premisa importante era llenar los bolsillos con el jugoso erario.
Peor aún en todo esto: hay mucho alienado violento en las calles y, son muy peligrosos para la integridad física de ancianos, niños y mujeres; hay lugares donde de plano al caer las sombras de la noche ni arrimarse pasar por ahí.
¿La policía? : ciertamente no hay motivos para detenerlos, salvo flagrancia y, bien saben que por su situación de calle, de indigentes, casi inimputables penalmente, más tardan en llevarlos a encerrar, que éstos en salir atrás de ellos.
Cuidado sociedad; los invasores están aquí y, van en aumento.
Hasta hace años, en esta ciudad operaba el famoso hospital Cruz del Norte, para atender a enfermos mentales; la mayoría llevados ahí por sus familias, que en cierta forma se hacían cargo de estas personas, hasta su recuperación —raras veces ocurría—o continuar con su internamiento.
Desde siempre, trascendió que cuando los familiares olvidaban su responsabilidad para con los suyos, desde el citado hospital optaban por abrirles las puertas y, hasta no verlos, porque obviamente la manutención y demás cuidados cuestan.
Luego. nuestra sociedad, entró de forma brutal al consumo de drogas fuertes –ya no mariguana o cocaína—como el cristal y demás derivados químicos que en gran medida vinieron a incrementar dicho ejército de auténticos muertos vivientes, de zombies y, en consecuencia a buscar en las calles , sustituto de lo que algunas veces fueron sus hogares.
Otro factor, vino a ser las deportaciones de ilegales expulsados de Estados Unidos, desde hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y, demás personas de sur américa y, que en aras de regresar por el sueño americano, buscaron refugio en nuestra frontera y, así aumentar los cinturones de miseria.
Desde hace rato, el Estado se ve impotente para enfrentar esta situación tan grave de salud pública, ninguna voz de este sector se ha pronunciado al respecto; dejar hacer y dejar pasar parece ser la consigna y, no solo de este sexenio recién iniciado, sino de anteriores, donde la premisa importante era llenar los bolsillos con el jugoso erario.
Peor aún en todo esto: hay mucho alienado violento en las calles y, son muy peligrosos para la integridad física de ancianos, niños y mujeres; hay lugares donde de plano al caer las sombras de la noche ni arrimarse pasar por ahí.
¿La policía? : ciertamente no hay motivos para detenerlos, salvo flagrancia y, bien saben que por su situación de calle, de indigentes, casi inimputables penalmente, más tardan en llevarlos a encerrar, que éstos en salir atrás de ellos.
Cuidado sociedad; los invasores están aquí y, van en aumento.
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